Siempre sonriente, humilde, Rustam Khabilov bromea mucho, pero sobretodo refleja un gozo constante, disfrutando de los entrenamientos—y asumo—de las oportunidades que se le han presentado. Llega al campamento de Jackson Winkeljohn en Albuquerque, Nuevo México acompañado por sus amigos que describe como “hermanos”, se sube al tatami, lucha con fuerza y fluidez constante, pero su sonrisa es imborrable.Ve la nota completa:Read the Full Article Here
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