La Plaza de Bolívar en el centro de Bogotá es territorio de palomas. Atraídas por los granos de maíz vendidos en pequeñas bolsas a los turistas y a los habitantes de la capital colombiana, centenares de aves se pasean cómodas desperdigadas por allí. Como sucede una y otra vez durante el día una mancha negra y grisácea rodea a una persona, en este caso un bebé sentado en el piso, abandonado a su suerte con el maíz que amigablemente es picoteado de entre sus manos y piernas por el tumulto inquieto de palomas.
Erik &ldq ... Read the Full Article Here
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