Ricardo Lamas podría engañar a quienes no sepan mucho del UFC o las Artes Marciales mixtas, y esperen en un peleador a un tipo ensimismado en él mismo. Lamas siempre está tranquilo, camina relajado en el gimnasio, en su casa, en el hotel sede cuando se alista a pelear, incluso en los pasillos de la arena hasta poco antes de llegar el momento cuando “De México a la Habana” suene y su estado mental cambie absolutamente. Incluso al cortar peso, el peor momento para la mayoría de los profesionales en este deporte; ni esa tortura arruina su buen ... Read the Full Article Here
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